Lo urbano y lo rural

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Picture by Kornelio Merchán

Mucho tiempo ha pasado desde que los cañaris se asentaron en Guapondélig, y posteriormente los incas usaron las llanuras de la actual Cuenca para desarrollar su Tumipamba. Ahora nuestra realidad nos ofrece un cantón que por su distribución territorial se divide en 36 parroquias, 15 urbanas y 21 rurales.

Así, la cercanía entre urbe y campo dentro de esta composición geo-política nos ha llevado a que los límites de cada circunscripción sean casi imperceptibles, y son los grandes potreros o los huertos, los que unen y llenan de magia y alegría nuestro cantón.

Este fin de semana en busca de aventura y relax, tuve la suerte de recorrer en bicicleta las cercanías de Jima, Quingeo, Dizha y Santa Ana. Durante el trayecto el olor a cocina de leña, se confundía con la fragancia de las retamas, y conforme avanzaba y la velocidad incrementaba en mi medio de transporte sentía como poco a poco ese fuerte olor al eucalipto, que aunque introducido, ya forma parte del campo de nuestra región.

Obviamente lo que más me llamo la atención durante mi visita, fue como la fuerza del agua, causó estragos en las poblaciones descritas, la misma que, cual si fuese un pincel dejó su huella, con un verdadero “brochazo” en cultivos, pastizales y construcciones.

Solamente a través de este tipo de acercamientos uno logra comprender cuan importante es que todos los sectores sociales, incluidas las parroquias, ingresen en procesos de participación ciudadana para la planeación y construcción de propuestas para su desarrollo, logrando que estas sean creadoras de su propio progreso.

Ahora, con los procesos electorales que nos aprestamos a vivir, es necesario entender la relevancia que tienen las Juntas Parroquiales como entes canalizadores de las necesidades de los pobladores, y no sólo como auxiliares de los municipios y cazadores de recursos. Por ello desde ya, se debe comprender a cabalidad las competencias que tienen estos organismos, así como sus límites, pues solo de esta manera se logrará viabilizar económicamente soluciones a las necesidades de todos los ciudadanos mejorando así su calidad de vida.

Si bien es cierto el cantón cuenta con alta cobertura de servicios básicos, el desarrollo de las nuevas tecnologías aún no se concreta en lo más mínimo. Es tiempo de comprender que para lograr la innovación plena, hace falta mucho más que llevar dos o tres computadores a las escuelas o centros parroquiales, hace falta un verdadero compromiso por parte de las autoridades para dotar de todos los servicios tecnológicos y la capacitación respectiva, para el verdadero aprovechamiento de los recursos.

Por estas razones, la conectividad entre lo urbano y lo rural es fundamental en todas las áreas, solo así conseguiremos esa tan ansiada convivencia y armonía que todos queremos, para hacer de Cuenca mucho más que una ciudad.

Lo publiqué en Diario El Mercurio