¿Conocen los turistas una ciudad más que sus propios habitantes?
CONOCER Y VALORAR
Aunque resulte curioso, en la mayoría de casos son los turistas quienes terminan conociendo más una ciudad que sus propios habitantes, pues los primeros suelen ser apasionados viajeros que investigan o tienen un motivo especial para visitar un paraje determinado. De esta manera gracias a su conversación o comentarios nos llegamos a enterar de anécdotas, leyendas e incluso de importantes datos sobre la arquitectura, gastronomía o productos de una región en particular.
Y fue justo esta la sensación que tuve hace algunos días cuando en el periódico inglés “The Guardian”, se publicaba una crónica de Trevor Baker acerca de la importancia que ha tenido el vino “sequé” en la provincia de Alicante, donde actualmente resido. Mi sorpresa fue grande pues pensaba que la ciudad era popular sobre todo debido a sus privilegiadas playas y a su gastronomía (arroces, turrón y paella), sin embargo, uno de los aspectos de mayor trascendencia de esta zona de manera histórica han sido sus viñedos, los cuales fueron considerados ya desde el reinado de Luis XIV como de los mejores, tanto así como se narra en la nota, cuando éste importante soberano se encontraba en su lecho de muerte pidió un trago de “Alicante”.
Tal era su impacto a nivel internacional que incluso el propio Shakespeare en su obra “Las alegres Comadres de Windsor” hace una referencia a “Alicante”, al jugar en el lenguaje con “elegante” (véase en inglés «alligant» y «elegant«), pese a esta y otras anécdotas, son pocos quienes en la actualidad hacen gala de este vino, pues prefieren otras denominaciones de origen de moda como “Ribera del Duero” o “Rioja”. Los cuales gracias a sus Consejos Reguladores de sus respectivas Comunidades Autónomas se encargan de velar por el cumplimiento y control de la calidad de los productos, que en el caso español tiene una amplia tradición y que se extiende a jamones, aceite de oliva, quesos, miel, turrón, entre otros; todos los cuales de una u otra forma se suman a la larga lista de productos y servicios que componen la autodenominada: “Marca España”. La cual no es otra cosa que una política de Estado destinada a mejorar la imagen del país ibérico a nivel local e internacional; misma que se ha visto afectada con el fatal accidente de tren ocurrido en Galicia, situación que puede llegar a convertirse en un sombrío futuro para la industria ferroviaria española que en los últimos meses se disputa los contratos para la construcción y equipación de importantes proyectos de este tipo en Medio Oriente y América del Sur, en particular en Brasil en la línea São Paulo-Río, licitación en la cual se pide que las compañías participantes no hayan tenido ningún percance en los últimos 4 años.
Sin duda el caso español es un ejemplo del correcto manejo de marketing de productos, servicios e incluso de sus ciudades, los cuales lastimosamente en oportunidades puntuales se ven empañados por errores en la gestión política del Estado. Esperemos que ello no pase factura a un país ya golpeado por la crisis económica y que por el contrario nuevamente sobresalga por sus propios méritos dado su alto potencial económico, cultural, industrial y académico.
Lo publiqué en Diario El Mercurio(link pendiente)